
Richard Swift en el Teatro Central
El jueves 25 era el día esperado para ver a Richard Swift en el ciclo de pop-rock del teatro central de Sevilla, me acompaña mi amigo Antonio Guerrita, los dos hemos descubierto hace poco a este americano, que han considerado la revelación de la temporada. El teatro Central tiene “un algo” que me atrae para los conciertos, los rodea de un halo de ceremonia que los engrandece, aun tengo en la memoria el concierto de Josh Rouse en este sitio. Aquel fue de pie, pero en esta ocasión ha dejado las butacas, un amigo periodista me previene, "para lo que vamos a oír esta vez es mejor estar sentaditos". El concierto de Richard Swift comienza a la hora fijada, entramos, tomamos asiento, cerquita del escenario, expectación, luces bajas, casi oscuridad, sale una silueta y se sienta al piano, Swift comienza con "The novelist", el piano suena intenso, grave, con cuerpo, la voz del americano igual de imponente, sobrecoge, y conduce. Al terminar esta primera canción aparece el resto de la banda, sigilosamente, inmediatamente arrancan con otra canción, Richard deja el piano y se cuelga la guitarra, el concierto empieza a coger tono muscular, suenan ágiles, engrasados. Todo esto me hace pensar que la etiqueta que le habían colgado a sus discos de “lo-fi” es inadecuada, bueno no, sus discos suenan a grabados con pocos medios, pero espera a que este tío grabe en condiciones y veras como eso de lo-fi no lo encontraras por ningún lado. Si tuviera que resumir con un adjetivo el concierto diría que fue emocionante, Este tío no escatima pasión en cada estrofa, en cada acorde o en cada parte, gesticula, baila, grita, mueve la cabeza, siempre dentro, muy dentro de sus composiciones y tiene el poder de arrastrarte dentro de cada una de ellas. Yo pensé que a raíz de lo que escuchaba en sus discos, nos ofrecería un concierto intimista, y bueno no es que fuera digamos dicharachero, pero si fue más intenso, variado y vital de lo que yo esperaba. Arropado con una banda que añade mucho color a las canciones, destacaría la labor del pianista, que además danza por el escenario cuando Swift se ocupa de las teclas. El tiempo se me pasó volando, y es que Richard Swift sabe conducir el concierto como si fuera una de esos cortos que realiza, manejando el nudo y el desenlace con maestría y naturalidad.
Al final me quedo una sensación de bienestar que aun me dura hoy viernes, y eso que solo he dormido 3 horas porque a las 7 el despertador sonó implacable, grrrrrrr, y tuve que levantarme para ir al curro. Pensaba hoy, que si hubiese una cosa que pudiera desear que mi música consiguiera en los oyentes, pediría que al menos pudiese dejar un poco ese sabor de boca que dejan conciertos como este, ese bienestar que te hace que los días sean más llevaderos.
Por cierto la foto la he cogido del blogpost de silvana http://www.flickr.com/photos/zonca/, gracias
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